sábado, 26 de febrero de 2011

El fin y el comienzo.

Los profetas, astrólogos, videntes y demás seres conectados con la religión y metafísica siempre hacen fechas tentativas del fin de nuestra existencia en la tierra. Yo tengo una tesis muy particular al respecto a raíz de hechos muy recientes.

Pienso que el principio y fin del mundo se resume en las personas. Así como en el caso de mi centenario abuelo "Don Jesús" que vivió una Caracas con techos de todos los colores y con todos los gobiernos, el mundo que vivió gente como "Don Fausto" pertenece a un tiempo que no hemos visto ni veremos jamás. No lo llegué a conocer personalmente, pero sus luchas políticas, su trabajo, sus tierras, su vida, son fragmentos en el espacio-tiempo que pasaron y aún tienen eco en todas las personas que lo conocieron. En su cumpleaños número 100, por allá en el Valle de Majes, el abuelo de Hernán tuvo noticias del compromiso de su nieto y lo recibió como "la mejor noticia del año". Ese día hubo brindis y celebración en honor a sus años y a las buenas nuevas. Con su partida, el vivo testimonio histórico de la familia Palacios y del propio Perú se ha ido, pero persiste en quienes lo conocieron, lo amaron y compartieron con él.

El fin del mundo sucede todos los días, cuando alguien cierra sus ojos para siempre, pero la eternidad empieza con los recuerdos de sus seres queridos que dan fe de su existencia.

Hasta Siempre, Don Fausto.

sábado, 19 de febrero de 2011

Sorpresa!!

Cosas increíbles han pasado estos breves días desde que estoy oficialmente comprometida. Es empezar con el corre-corre de los trámites para el matrimonio civil, la boda eclesiástica, determinar el cómo, cuándo, dónde y con quiénes, cosa extraña esto de sentirme como quien se va a una aventura y sin embargo es muy serio resolverlo en cortísimo tiempo...este año está corriendo la maratón con pasos de gigante.

Lo bueno es encontrarme con la sorpresa de mucha gente que se ha alegrado con nuestra alegría y se ha emocionado con nuestras emociones. Es una de las cosas más bonitas que he experimentado en años, el calor de la gente, los buenos deseos...como Navidad en Febrero. Me agarro duro a las buenas vibras de la gente, desde mi mamá hasta las personas más remotas, trato de acumularlas y hacer de ellas un talismán y le rezo a Dios para que todo salga como debe ser. ¡Claro que estoy asustada! pero la única forma que conozco para tratar con mis miedos es persignarme y "pa´lante es pa´allá."
Una de esas cosas bonitas ha sido la reunión sorpresiva para celebrar nuestro compromiso que organizaron los amigos de Hernán y a quienes yo tomé "prestados" hace años. ¡Los llevo con cariño en el hotel de mi corazón muchachos! lástima que mi pinta no podía ser más deportiva porque pensaba ir a nadar como cada martes y jueves...y por lo tanto, mi anillo tampoco estuvo ahí para atestiguar el compromiso, motivo por demás para echar broma all night long. Otra cosa memorable han sido las llamadas de las amigas y familiares emocionados con el anuncio. Mi cuñada (ahora sí, con todas las de la Ley) me llamó primero que nadie para felicitarme. No sólo es mi pana hace muchos años, además va a ser mi familia. Una amiga que me conoce hace media vida atrás también compartió mis emociones. Mi hermana desde el Reino Muy Muy Lejano asomó la posibilidad de visitarnos con motivo de la celebración. Total que este compromiso ha sido la afirmación de todos los vínculos afectivos, de todos aquellos que conforman mi vida, desde lejos o muy cerca, nos ha unido aún más en un acto sincero de comunión. Y eso es lo que quiero en mi boda. Puede que sea más bien modesta, pero quiero que todas esas personas especiales estén ahí, cerquita, para que esta familia nazca bajo una buena estrella.

Y hablando de estrellas, ojalá desde arriba esas personas que hace muy poco se fueron puedan contemplar nuestra alegría y nos puedan dar su bendición también.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Flecha con punta de oro, flecha con punta de plomo.

Todas las culturas han rendido culto a esa emoción misteriosa, esa voluntad al servicio del otro, esa decisión conciente, esa ceguera que no ve otra cosa sino el objeto del deseo, esa incansable fuente de experiencias que es el amor. Los griegos lo adoraban como Eros, el hijo mejor conocido de la belleza, los hindúes a Lakshmi, y así sucesivamente Freya, Isis, Innana, Astarté...los pueblos antiguos identificaron la belleza con el amor y la fecundidad con el placer, todo en la figura femenina, grácil, espléndida...y voluble, ya que también solían creer que los dioses de vez en cuando usaban al amor como castigo al juntar a dos personas incompatibles, algo que inevitablemente llevaba a la tragedia. Si Eros usaba su flecha con punta de plomo en un desafortunado mortal, tendría un amor desgraciado pero inevitable, si su flecha tenía punta de oro, sería una unión feliz hasta la muerte.
Con la llegada del cristianismo las cosas cambiaron: el amor no sólo era fuente de placer o de castigo, además era fuente de milagros, sanaciones, de perdón...de dolor y sacrificio. Desde entonces la noción del amor unido al dolor ha formado un tejido de sentimientos encontrados que para muchos hace inconcebible una cosa sin la otra. Lo que muchas veces se obvia es que el amor es una decisión también. Cuando nos enamoramos nadie nos obliga a seguir a esa persona, cuidarla, protegerla, atenderla, procurar su atención y su favor para con nosotros. Es una decisión tomada. Decidimos, por razones que podemos o no explicar, que esa otra persona reúne cualidades atrayentes. Llamar, escribir, regalar, acariciar, besar, abrazar y amar no son cosas que se puedan planificar o forzar porque a la persona sencillamente "le nace" hacer eso, pero la decisión es absolutamente consciente, al igual que cuando dejamos de amar, una serie de factores negativos han sido lo suficientemente determinantes para que el cerebro diga "¿Sabes qué? ya no quiero más".

En cuanto al día de San Valentín, nadie se pone de acuerdo con respecto a quién era realmente el responsable de ese día. Algunos atribuyen el día a Valentín de Roma y otros a Valentín de Terni, otros creen que es la misma persona. Sin embargo en "Vidas de los Santos de Butler" de 1965, se puede leer:
"Valentín fué un santo sacerdote de Roma, quien, con San Mario y su familia socorría a los mártires durante la persecusión de Claudio II. Fué aprehendido y enviado por el emperador al prefecto de Roma, quien al ver que todas sus promesas para hacerle renunciar a su fe eran ineficaces, mandó a que lo golpearan con mazas y luego lo decapitaran. Esto tuvo lugar el 14 de Febrero por el año de 270..." lo profano también tiene su lugar por las mismas fechas: el 15 de febrero los jóvenes sacaban en suerte nombres de jovencitas con motivo de la celebración de la diosa Februata Juno. El mismo 14 de Febrero es el día en que "los pajaritos eligen pareja" según la creencia popular en Europa desde tiempos del escritor Geoffrey Chaucer.

Para mí el día de los enamorados este año trajo algo adicional: un anillo de compromiso que un emocionado Hernán me dió luego de cenar en nuestro restaurante favorito, a la luz de las velas...¿que si le dije que sí? pues CLARO QUE SI!! y la emoción me ha acompañado estos días, mirando mi anillo y pensando en el día en que me ponga la alianza...cuando camine hacia el altar, con la presencia de mi familia, mis amigos, y sobre todo él, esperándome.

El amor para celebrar su día se alimenta en lo sagrado y lo profano, lo humano y lo divino, necesita de la literatura y la naturaleza para conjurarse en un solo día, el recordatorio de algo que hacemos todos los días: amar.  "Amaos los unos a los otros, como yo os he amado".